sábado, 16 de agosto de 2025

HISTORIA DE UNA OPOSITORA… ESTRENANDO PLAZA (parte I)

Nueva entrada en el Blog. Después de casi dos años, hoy lo uso de nuevo para poder dejar por escrito uno de mis mayores logros y la trayectoria que he recorrido hasta llegar aquí. No quiero que se me quede en el olvido ni que el tiempo diluya la importancia que esto ha tenido para mí durante muchos años. Además, puede servir para motivar a alguien o para comprender mejor esta carrera de fondo con pausas, acelerones y estancamientos.

Junio de 2010. Finalicé la carrera y me gradué en el Paraninfo de la Facultad de Derecho en Ciudad Real. A veces me molestaba un poco que la gente se riera o desmereciera lo que estudié, por ser una carrera considerada como “facilona”, pero lo cierto es que hay que reconocer que fueron tres años (aún era diplomatura) en los que, comparado con lo que se avecinaba, no encontré grandes dificultades. Echando la vista atrás, me doy cuenta de que tampoco me encontré con demasiados aprendizajes que a día de hoy pueda aplicar en un aula. Pero es el trámite que hay que pasar para obtener la titulación de maestra y, además, aporta otro tipo de experiencias personales. El día de la graduación, tras ver el amplio auditorio totalmente repleto, ya tuve una pequeña visión de lo complicado que podría ser trabajar en educación. Pero eres joven, acabas de terminar la carrera, te estás graduando, luego viene la fiesta, las vacaciones… y no te planteas nada más.

Septiembre de 2010. El verano ha pasado. Todo el mundo da por hecho que lo que toca después de estudiar magisterio es opositar, así que no barajé muchas más opciones. Hice los cursos que me darían el único baremo con el que podría puntuar por entonces, busqué preparador y comencé de lleno. Aunque, de manera casi simultánea, elaboraré también un currículum que apenas me ocupaba una página (ni rastro de experiencia profesional, ni de inglés, ni de formaciones o estudios interesantes…) y empecé a enviarlo a escuelas infantiles y colegios concertados y privados de la zona de Ciudad Real y alrededores, de los cuales nunca recibí ninguna respuesta, ni esa ni ninguna de las numerosas veces posteriores en las que lo volví a reenviar, cada vez más completo, hasta octubre de 2020.

Enero de 2011. Después de 4 meses estudiando únicamente la oposición (puesto que no me llamaron para trabajar de ningún sitio) y dándome cuenta de que realmente era ahora cuando estaba empezando a aprender cosas útiles, en enero de 2011, mi comunidad, Castilla-La Mancha, decidió, finalmente, no convocar oposiciones para ese año. Así que me vi sin trabajo y tirando a la basura los meses de estudio que llevaba. Pues no. No iba a tirar ni mi esfuerzo ni mi tiempo. Aproveché lo que tenía, modifiqué la legislación y lo intenté en Andalucía, la comunidad vecina. Mis preparadores (eran dos; uno de los cuales ya ni siquiera vive) decidieron cancelar la formación a mitad de curso, pero nos ofrecieron el temario completo y una revisión de la programación en junio de ese mismo año, daba igual donde nos presentásemos. Algo es algo. Y fue mucho, puesto que su temario ha sido el esqueleto que siempre he usado en todas las versiones del mío.

Junio de 2011. Después de muchos meses de agotamiento mental, con los que la ilusión de septiembre se fue quedando atrás, llegué al examen. Era feliz solo de pensar que cuando terminase ya no tendría que estudiar. Me daba igual la nota, si aprobaba o no, si no trabajaba… Había sido un año difícil, demasiado encerrada en casa, solo estudiando… estaba claro que tenía que hacer otras cosas. Y mi pensamiento se centró más en eso que en el propio examen. Así que fui sin nervios y sola a un campus desconocido para mí: Rabanales (Córdoba). Al bajar del cercanías, vi una maraña de gente subiendo unas escaleras donde no cabía un alfiler. La sensación pequeñita que ya tuve en el Paraninfo el día de la graduación, ahora se hacía más grande: no iba a ser tan fácil, es más… puede que fuera imposible trabajar como maestra; demasiada gente. Pero no había nada que perder. Aprobé mi primera oposición con una media de 7.36 y un baremo de 3.5 puntos. Tal y como suponía, no tenía nada que hacer, pero estaba más que satisfecha porque la nota no había estado nada mal para ser mi primer año y haberme quedado sin preparación completa a mitad de curso. Ya estaba en bolsa. Me olvidé rápido de las oposiciones y ahora tenía otras cosas en mi mente: un máster. Me gustaba de Orientación Educativa. El máster no me ha servido nada más que para subir baremo en la oposición. Pero en ese momento yo no lo sabía, y tampoco me hacía falta saberlo. Lo único que quería era hacer algo que me gustase y que me hiciera sentir de nuevo activa. El año dedicado a tiempo completo a la oposición me estaba haciendo sentir como una inútil, y algo que tuve claro desde aquel momento es que no volvería solo a opositar. Desde entonces, todas las veces que me he presentado, siempre he trabajado y opositado a la vez.

Noviembre de 2011 - Junio de 2012. El máster que quería era presencial y solo se estudiaba en Extremadura o en Andalucía. Lo vi como una oportunidad para acumular más experiencias, más aprendizajes y, además, tenía beca. Así que decidí bajar de nuevo a Andalucía. Total, ya había tenido mis primeros contactos con tierras andaluzas en los meses previos. ¿Serían esto señales de dónde acabaría?

Abril - Junio de 2013. Otro año de oposiciones, al menos en Andalucía. Me descolgué de las fechas de Castilla-La Mancha cuando las cancelaron en 2011. Así que, ahora, si quería seguir en la bolsa, tenía que presentarme una vez más en Andalucía y aprobar otra vez. Desde el examen de 2011 no me habían llamado de interina y había desconectado bastante del tema. Estaba demasiado desmotivada con todo esto y, por otro lado, había empezado a dar clases particulares, a dar extraescolares, a hacer unas prácticas de la Junta en un colegio de mi pueblo… estaba bien así. ¿Por qué complicarse otra vez con el rollo de las oposiciones? Pues para seguir en bolsa. Tenía claro que no iba a dejar de lado nada de lo que ahora estaba haciendo, así que comencé a prepararlas de nuevo por mi cuenta, a partir de abril, reutilizando todo lo que tenía de 2011. Pero se añadió una dificultad: la primera vez no había supuestos prácticos; ahora sí, así que me compré un libro que me ayudase un poco e intenté hacerlo lo mejor que pude. Mi media en el examen de 2013 fue de 5.54 y un baremo de 4 puntos. Satisfecha una vez más porque, con lo poquísimo que había estudiado, pude seguir en bolsa. Pero era consciente de que, si no trabajé con la nota de 2011, no lo iba a hacer ahora (no sé si por entonces guardaban la mejor nota de dos años; me doy cuenta de que no estaba enterada de nada y que aquellos dos años lo hice todo bastante a ciegas). El caso es que no me sentía con fuerzas para afrontar otro tercer proceso y desperdiciar mis “años jóvenes” en algo que igual nunca llegaba. Ya era agotador y eso que nunca lo tomé tan en serio como los últimos años. Supongo que era la visión positiva que dan los veintipocos. Decidí no volver a presentarme hasta que no me sintiera preparada o valorase que la oferta de plazas pudiese merecer la pena.

HISTORIA DE UNA OPOSITORA… ESTRENANDO PLAZA (parte II)

2014-2018. En todos estos años seguí dando clases particulares; me saqué, con muchísimo esfuerzo, el B1 de inglés; después empecé a trabajar como animadora turística infantil, primero en Murcia y luego en Benalmádena (donde estuve varias temporadas); me saqué el B2 de inglés… Aunque fueron años muy buenos que me aportaron muchísimas experiencias positivas a nivel personal y profesional, sentía que tocaba reconducirme de nuevo hacia el mundo de la educación. Así que, por un lado, empecé a sopesar otra vez la idea de volver a opositar y, por otro, al ampliar mi currículum, comencé a enviarlo no solo a la zona de Ciudad Real, sino también a la de Málaga.

Septiembre de 2018. Empecé a trabajar en una escuela infantil de Málaga. Tener las tardes libres me permitió poder dedicarme de nuevo a estudiar la oposición, una vez más, en Andalucía, ya que era donde ahora estaba trabajando y donde me habían traído (y dejado) mis circunstancias personales. Solo me había saltado una convocatoria: la de 2015, puesto que en 2017 no hubo oposiciones. Ya no estaba en bolsa y tenía demasiado desfasados todos mis materiales de la oposición. Así que empecé de cero de manera presencial en la Academia Jesús Ayala de Málaga. Actualicé mi primer temario con el de la academia y toda la parte práctica (supuestos, programación y unidades) fue completamente nueva. El profesor de esta academia me actualizó y me abrió la mente hacia metodologías de las que nunca antes había oído hablar y, al igual que usé mis primeros temas como esqueleto sobre mis versiones posteriores, mi programación desde 2019 siempre ha tomado como base la que elaboré en esta academia. Otro año extra de formación que me sirvió muchísimo más que toda la diplomatura.

Junio de 2019. Esta vez va en serio. Yo misma noté una confianza en mí que no tenía ni en 2011 ni en 2013. Creo que es porque estaba muy segura de lo que llevaba. Al fin y al cabo, era mi primer año con una preparación completa que empecé en septiembre y terminé en junio. El resultado: 8.65 de media y 4.5 puntos de baremo. Me quedé muy contenta con el resultado, sin embargo, es la primera vez que apareció la sensación de que no era suficiente.

Octubre de 2020. Hasta el 9 de marzo de 2020 estuve trabajando en la misma escuela infantil de Málaga en la que empecé en septiembre de 2018. Mi contrato acabó 3 días antes del confinamiento. En los meses de confinamiento, en los que no tenía trabajo, me saqué la DECA para intentarlo de nuevo por los colegios concertados y privados. Decidí que, tras tres veces intentándolo en las oposiciones, si ahora tampoco me llamaban de interina, es que eso no era para mí, así que no me presentaría más. Tendría que abrirme paso por otros medios.  Pero, aunque el COVID fue terrible, a mí me trajo algo positivo: mi primera interinidad en Málaga en octubre de 2020. Desde entonces he sido interina hasta este último curso y me he presentado a todas las convocatorias.

Junio de 2022. Nuevo año de oposiciones tras el COVID. Noté mucha más presión que en años anteriores. Supongo que sería porque era la primera vez que me presentaba siendo interina y porque iba ya por mi cuarta convocatoria y, al final, los años pesan y acumulan desgaste. Para este año ya me había sacado también el C1 de inglés. Además, decidí prepararme, esta vez online, con la misma academia que en 2019 por mi buena experiencia con ellos. Resultado: 8.43 de media y 6.25 puntos de baremo. El primer sofocón grande que yo he pillado con la oposición fue en esta convocatoria. La nota del primer examen me bajó muchísimo la media. Estaba convencida de que podía ser mi año: salí muy contenta del examen, creía que había mejorado lo de 2019… no podía fallar nada. Pero falló y me dejó con una media que me enviaba a la posición número 12 de mi tribunal, lejos de las 2 o 3 plazas que daban aquel año. Lo peor era la sensación de estar perdida, de no saber cómo afrontar las próximas oposiciones, de querer cambiar de preparador (aunque sabía que igual eso no tenía nada que ver dado lo subjetivo del proceso)… Me di cuenta de que hay que hacer un gran trabajo psicológico para no perderte en estos pensamientos por mucho tiempo. Unos días o semanas de desahogo y para adelante. “Si no consigo nota, al menos me centraré en el baremo”. Eso es lo que pensé en julio de 2022. Y me puse manos a la obra buscando máster con el que aumentarlo.

Septiembre de 2022 – Junio de 2023. Aunque suene feo, este segundo máster lo hice por el punto en el baremo de la oposición. Como formación, no está demás, pero no lo disfruté como el primero. Buscaba algo sencillo, sin prácticas, homologado… no tuve muchas opciones: el máster de tecnología educativa y competencia digital de la UNIR. Buen máster si lo quieres para lo mismo que yo, pero caro (y ya sin beca) y, además, no lo acreditan para la competencia digital que luego exige la Junta de Andalucía.

HISTORIA DE UNA OPOSITORA… ESTRENANDO PLAZA (parte III)

Junio de 2024. Nuevo proceso de oposición. Por si ya era poco, nos enfrentamos a unas oposiciones diferentes: nos han cambiado toda la legislación nacional y autonómica y tienen como objetivo estabilizar interinos con mucho tiempo de servicio. Tenía pocas opciones reales. Pero… ¿y si este sí era el año? Había que intentarlo, una vez más. Atrás quedaron los años en los que no había cargas. Esta convocatoria siempre la recordaré porque es la que compaginé con la reforma de mi nueva casa. Tenía la cabeza más en la reforma que en unas oposiciones en las que no me iban a contar ni siquiera el segundo máster. La desmotivación, el cansancio mental, la ansiedad de la quinta convocatoria a las espaldas… no fueron buenos compañeros, pero no se fueron de mi lado en todo el año. Empecé con una preparadora en septiembre, pero los años y la experiencia te van aclarando las ideas. La dejé en enero porque no se acoplaba a la preparación que yo quería y continué por mi cuenta con mi experiencia en las aulas, con todo lo positivo que había sacado de convocatorias anteriores y poniéndome al día con las nuevas leyes. La media que obtuve fue un 8.59 y un baremo de 5.04. Aprobar otra vez con una nota en torno al 8,5 ya no me dejaba contenta ni mucho menos satisfecha con el trabajo realizado. Cada vez era más insuficiente, a pesar de que en este año comenzaron las famosas invalidaciones y descuentos por faltas de ortografía y me quedé la quinta de mi tribunal, por lo que el resultado no había estado tan mal para lo que podía haber pasado. Terminando este proceso, anuncian de nuevo oposiciones en 2025. Me puse como loca a buscar academias y preparadores, a pensar en el baremo, en lo que tenía que cambiar, mejorar… Solo tenía de julio a septiembre para desconectar un poco… y entremedias una mudanza. No podía más. Estaba tan agotada mentalmente que incluso a nivel físico era incapaz de acumular energía. ¿En qué momento pasé a tomarme la oposición como la única cosa en torno a la cual gira toda mi vida? Se acabó. Decidí que no me presentaría en 2025, por salud mental (en Andalucía, siendo ya interina, no es obligatorio presentarse). Me tomaría un descanso como hice en 2013 y ya volvería cuando considerase que es el momento. Me quité a mí misma un peso de encima.

Febrero de 2025. Mi decisión duró un trimestre. En enero de este año anunciaron la mayor convocatoria de plazas desde que yo me llevaba presentando. Hice huelga y acudí a manifestaciones en contra de esta convocatoria porque tenía pinta de crear efecto llamada y porque estaban sacando plazas que deberían haber salido el año anterior en el proceso de estabilización. No estaban siendo justas para los interinos, pero tampoco para los aspirantes que llevan atascados en las bolsas ya varios años. Pero no se nos escuchó y la Junta publicó la convocatoria el 21 de febrero de 2025. Con muy pocas ganas, desmotivada y bastante afectada por determinadas circunstancias personales ocurridas entre enero y febrero de este año, retomé el estudio de las oposiciones a finales de febrero (“si no puedes con el enemigo, únete a él”). Ya no había tiempo de buscar academias ni preparadores. Solo tenía que confiar en mi trabajo, en mi criterio y en que este año, por fin, sí tenía un buen baremo. Tenía el temario actualizado de 2024, una buena base de programación que tuve que adaptar a la nueva legislación y un modelo de unidad didáctica/situación de aprendizaje del año anterior que me evaluaron bastante bien y que me serviría para crear las 12 que pedían este año. Para los supuestos creé un guion la mar de sencillo, pero correcto y completo… y pensé que con esto podía volver a sacar otro 8,5. Si miro atrás, me doy cuento de que hice lo mismo que hubiera hecho desde septiembre, pero en tiempo récord (de febrero a junio). Han sido meses de mucho esfuerzo, de dedicar mucho tiempo, de mucha incertidumbre, de muchos contratiempos antes, durante y después del proceso, por parte de la administración. Pero este año… por fin llegó la recompensa que todo aspirante espera: un 9.77 de media (con un 10 en el tema y un 10 en el supuesto práctico. ¡Aún me cuesta creerlo!) y un 9.58 puntos de baremo. La ansiada plaza llegó, siendo la primera de mi tribunal y la sexta de toda Andalucía.

14 años de espera, 6 convocatorias, 4 y pico de interina, B1, B2 y C1 de inglés, dos máster… y mucha constancia, paciencia, esfuerzo, tiempo, dinero y fuerza mental. Dos preparadores de Ciudad Real, la Academia Jesús Ayala de Málaga, los temas de “Oposiciones de Educación Infantil” (@oposicioneseducacioninfantil) y de una gran compi de profesión (@entrebajitos), la programación de Andrea (@loadingteacher), los libros, la búsqueda de información, los vídeos, la experiencia… todos los recursos que he tenido en estos años han dado lugar a mis propios materiales. Materiales que he ido cambiando y evolucionando para mejorar y que tras cada convocatoria esperaba quemar para no ver más. Y que, sin embargo, ahora me da pena tirar a la basura por todo el esfuerzo que hay en ellos. Pienso que igual aún pueden servirle a alguien que esté empezando o que, sin saberlo, esté ante su última convocatoria. 

Hasta aquí mi capítulo como opositora. Ahora empieza uno nuevo como funcionaria que, por lo que ya voy viendo, también es largo hasta conseguir el destino definitivo. Aunque, por el momento, marco un antes y un después y finalizo con una frase que siempre he visto en otros y que no sabía cuándo podría escribir yo también: “¡Una plaza es mía!”.