domingo, 29 de septiembre de 2019

ESCUELAS INFANTILES. SEGUNDA PARTE.

Esta es la segunda parte de la entrada “Escuelas Infantiles”. Lo prometido es deuda y aquí llega la entrega en la que veremos lo positivo que he encontrado en ellas.

He de confesar que nunca fueron mi primera opción para trabajar, a pesar de que sabía que con la diplomatura de Magisterio Infantil podía acceder a ellas. La simple razón por la que era reticente a trabajar ahí es -para qué negarlo- porque la parte que más me gusta es la educativa y, por una u otra cosa, en las Escuelas Infantiles debes compaginarla con la asistencial, primando, sin remedio, en muchas ocasiones la segunda. Quizá por eso he llegado un poco tarde. Pero, bueno, el caso es que he llegado… y, ¿sabéis qué? No está tan mal.

Objetivamente, podemos destacar de ellas que son centros perfectos para conciliar la vida familiar y laboral y, centrándonos en el propio niño, son muy beneficiosas como espacios de interacción en el que se potencia su desarrollo cognitivo, social, emocional y su autonomía. Subjetivamente, puedo contar mi experiencia para lo que, inevitablemente, tengo que hablar de la escuela en la que, hasta día de hoy, trabajo: Santa María Goretti, de Málaga. 

Llegué a ella en septiembre de 2017 como “teacher”. Pasaba por la escuela dos días en semana para dar clases de inglés a niños de entre 1 a 3 años. En unas horas a la semana no te formas una idea completa de cómo se trabaja en una escuela infantil, pero sí te da unas nociones o sensaciones: aunque la escuela es antigua, la encontré limpia, organizada, con niños bien atendidos y, para mi sorpresa, bastante bien adaptados a las rutinas a pesar de las tempranas fechas de curso. En general, me causó una muy buena impresión. También debo señalar el apoyo con el que me encontré al llegar; todo fueron facilidades para dar mis clases por parte de las educadoras con las que compartía el espacio en mi media hora de inglés por aula. Un primer contacto satisfactorio que empezó a cambiar mi visión sobre el trabajo en una escuela infantil. Así llegamos a mi segundo año en Goretti, en el que me metí de lleno en la dinámica de la escuela con una sustitución en una clase de 2 y 3 años. Los comienzos nunca son fáciles, pero no son los comienzos los que cuentan sino los finales. Tuve que adaptarme a un ritmo frenético que nunca para y enfrentarme a aquello a lo que tanto temía (la parte asistencial: cambiar pañales, dar de comer, enseñar a hacer pipí, etc). Pero intenté intercalar todo eso con lo que me apasiona: asambleas, canciones, inglés, cuentos, juegos, fichas… Y, aunque no fue sencillo, creo que lo conseguí y terminé un curso lleno de emociones y nuevas experiencias; muy gratificante, tanto por mí como por lo que día a día fui percibiendo de mis alumnos y sus familias. Este es mi tercer año en Goretti. Aún es pronto para valorarlo, pero se va aventurando positivo (más incluso de lo que pensaba) y cargado de proyectos que se aglutinan en mi mente, lo cual me da una pista: estoy motivada y eso debe de ser una buena señal.

Resumiendo, y tras exponer mis vivencias, en estos años he comprobado la importancia que tienen las escuelas infantiles para los niños y para las familias, lo agradecidas que están con todas las educadoras -que debemos trabajar como un equipo-, el cariño que demuestran los alumnos con poco que tú les des y/o les enseñes, lo mucho que prepara el primer ciclo de la Educación Infantil para el segundo y la continuidad que existe entre uno y otro ciclo.

Sin duda, quiero seguir siendo maestra del segundo ciclo. Pero, pasar por una escuela infantil, valorar verdaderamente su importancia y su labor y conocer su funcionamiento, me da una visión mucho más amplia y enriquecida de la Educación Infantil y, por supuesto, un sinfín de experiencias educativas muy sustanciales y nutritivas aplicables a cualquiera de los dos ciclos.



jueves, 19 de septiembre de 2019

RE-INCIANDO EN 3, 2, 1…

¡Cuánto tiempo ha pasado desde mi última entrada!

Pretendía ser algo más regular al escribir posts cuando inicié el blog, pero -sin que sirva de excusa- tampoco pude prometerlo por diversos motivos que ya imaginaba que podrían ir surgiendo. Como, por ejemplo, los actuales. Se reducen, básicamente, a que nos encontramos en septiembre: septiembre = comienzo del “Año Nuevo” y todo lo que ello conlleva (numerosas actividades, vuelta a las rutinas, continuación de búsqueda de empleo que complemente mi trabajo matutino, nuevas adaptaciones, etc.). E, hilando con el tema de las “nuevas adaptaciones”, aprovecho para introducir mi primera entrada tras la vuelta de vacaciones. Es el momento idóneo para hablar de ello.

Cuando empezamos el curso, no solo los niños (da igual la edad) tienen que adaptarse; también debemos hacerlo los adultos. Necesitamos reencontrarnos con los viejos alumnos y conocer a los nuevos y a sus familias y este proceso, a pesar de que pueda parecer fácil, no lo es en absoluto. Resulta, en muchas ocasiones, algo estresante. Pero no me centraré en el papel de los adultos, que, provistos de experiencias previas, autocontrol y autogestión de las emociones -entre otras- más o menos nos manejamos sin tener mayores repercusiones o consecuencias. Quiero ceder el protagonismo a los alumnos, especialmente a aquellos que entran por primera vez en una escuela infantil o en un colegio, para lo que, inevitablemente tenemos que hablar de eso que llaman “periodo de adaptación”.

El periodo de adaptación es “un proceso mediante el cual el niño va elaborando, desde un punto de vista sentimental, la pérdida y ganancia que supone separarse de su entorno familiar, hasta llegar a una aceptación interna de la nueva situación. Es el tiempo que cada niño necesita para adaptarse al nuevo entorno escolar y habituarse a la separación de sus cuidadores habituales y figuras de apego. Supone un momento de vital importancia en el entorno educativo para alumnos, familias y docentes” (Blog www.campuseducacion.com).  Hay que aclarar que el periodo de adaptación no solo se lleva a cabo cuando un niño entra por primera vez en el colegio o en la “guarde” (aunque sí sea, probablemente, donde lo encontremos más “dificultoso”); es igualmente importante facilitarlo en cualquier otro nivel o curso. De todos modos, si buscamos por internet, encontraremos miles de pautas y recursos beneficiosos para todos los implicados, por lo que no voy a repetir lo que fácilmente se puede encontrar en otras webs. Voy a compartir, sin embargo, algo que espero que os acerque de una forma más personal a este periodo. Para ello, he contado con la colaboración de una excelente familia (para la cual solo tengo palabras de agradecimiento desde que los conocí) que ha tenido la generosidad de ofrecernos su particular visión y vivencia de dicho proceso con su hija menor. Ella es Candela, tiene 3 años y ha empezado el colegio tan solo hace unos días.

“¿Qué sientes cuando dejas a tu hijo/a por primera vez en la guarde o en el cole?”
Es una mezcla de sentimientos: culpabilidad, desconfianza, orgullo, tristeza. Pero los primeros días, sobre todo, es culpabilidad. Una vez que compruebas que el niño entra y sale contento, aparece la sensación de “semitranquilidad”.

“¿Cómo estáis viviendo el periodo de adaptación en casa? ¿Notáis algún cambio?”
En el caso de Candela, ella no ha necesitado periodo de adaptación, aunque el centro lo ofrece. Aún así, es cierto que, de una manera u otra, aunque un niño no llore, se tiene que habituar a madrugar, a convivir con otros niños, a empezar a ser un poco más independiente y a llevar a cabo unas rutinas diferentes.

Candela nos lo ha puesto muy fácil y también el equipo de su anterior escuela infantil, con lo cual, los cambios que hemos notado han sido todos muy positivos.

“¿Cómo afrontáis la nueva situación? ¿Algún consejo para los nuevos papás?”
Candela ha comenzado este año el comedor y no lo lleva muy bien. Nosotros tampoco. Pero estamos afrontándolo viendo el lado positivo, pensando que el objetivo es la superación y que, finalmente, tiene su recompensa. Preguntamos a los monitores, hablamos con ella para que nos cuente cómo lo vive y cómo se siente y celebramos los logros.

Es muy importante animar a los niños y hacerles ver que ellos son capaces de adaptarse.

“Por último, ¿creéis que es importante pasar primero por la escuela infantil para facilitar el paso al segundo ciclo?”
Indudablemente la adaptación al colegio con el previo paso por la escuela infantil es mucho más fácil. Ya están familiarizados con la convivencia, el compartir, las rutinas, etc.


miércoles, 28 de agosto de 2019

MIS CUENTOS PREFERIDOS.

Después de unos días de vacaciones, volvemos a la carga.

Siempre he creído en la importancia de la Literatura Infantil. Así lo demostré hace unos años con mi proyecto de “Animación a la lectura” con el que me estrené como monitora de actividades extraescolares. Pero desde entonces ha llovido bastante y mi percepción sobre el tema ha variado un poco, producto de ir conociendo, probando y viendo cuáles son los cuentos más apropiados a la época en la que vivimos y a los gustos e intereses de los niños.

En esta entrada voy a hacer una pequeña reseña de algunos de los cuentos que he utilizado y de cómo me han funcionado. He de decir que siempre prefiero adquirirlos en inglés, si es posible, porque al contarlos en castellano me resulta mucho más fácil que si lo hiciera a la inversa.
  • “The color Monster” (El Monstruo de colores), de Anna Llenas. Es un libro muy completo porque ayuda a conocer algunas de las emociones básicas y los colores. Tengo la versión “pop-up” y sus dimensiones e ilustraciones son muy llamativas para los niños que comprenden el cuento en inglés desde el principio, sin traducción o introducción en castellano. Lo he utilizado con niños de 1 a 3 años y se vuelven verdaderos fans de este monstruito. Ni hablar de la cantidad de recursos y actividades que se pueden utilizar y hacer a partir de él, ya creados o de elaboración propia.
  • “A taste of the Moon” (¿A qué sabe la Luna?), de Michael Grejniec. Descubrí este cuento haciendo prácticas en un cole con niños de 4 años. Es sencillo, acumulativo y con animales. Una mezcla perfecta para enganchar a los peques. Desde que lo conocí lo he utilizado siempre que he podido y siempre ha resultado un éxito, al menos con niños de 2 a 6 años. Al igual que el anterior, a partir de él también se pueden realizar muchísimas actividades, dependiendo de la edad: desde actividades orales a gymkanas. Intenté buscar la versión “pop-up” en inglés, pero no la encontré (no sé si existe), aunque viene con un metro genial para complementar nuestras actividades.
  • “La avellana”, de Éric Battut. Este es un descubrimiento reciente. El día del Libro de este año, uno de los papás de mis alumnos lo contó en clase. Tiene una estructura bastante similar al de “¿A qué sabe la Luna?”, por lo que a los niños les suele también gustar. Aunque, como son bastante parecidos, si tuviera que elegir, elegiría el anterior que ya solo la pregunta del título proporciona infinidad de posibilidades. “La avellana” no pude encontrarlo en inglés.
  • “The very hungry caterpillar” (La oruga glotona), de Eric Carle. Conocía este libro desde la carrera, pero hasta este año no lo he utilizado realmente. Intenté buscar la versión “pop-up” pero era un formato muy pequeño para mi gusto. Así que me quedé con la versión “big board book” que es grande para mostrar en clase y original, con agujeritos que se supone que la oruga ha ido haciendo al comerse las frutas y alimentos. Es ideal para trabajar con niños de 2, 3, 4 y 5 años, sobre todo -desde mi punto de vista- en primavera.
  • “The story of the little mole who knew it was none of his business” (El topo que quería saber quién se había hecho aquello en su cabeza), de Wener Holzwarth y Wolf Erlbruch. Como el anterior, también hacía bastante tiempo que lo conocía, pero no ha sido hasta este año cuando lo he empezado a utilizar. Ideal para niños de entre 3 y 6 años. Quizás sea por la risa que provocan en ellos las cosas escatológicas o por la cantidad de animales que aparecen. Además, como fiel seguidora de los “pop-up”, debo de decir que el de este libro es bastante divertido. Aunque, en cuestión de actividades, es uno de los que menos me ha dado de sí.
  • “Giraffes can´t dance” (Las jirafas no pueden bailar), de Gilas Andreae y Guy Parker-Rees. No he llegado a usar la versión original. Leí que era interesante, recomendado para niños a partir de 6 años y quise probarlo. Sin embargo, un error de envío hizo que llegara a mis manos una de sus variantes: “Number rumba, counting book”, completamente diferente al original pero que, como todo recurso, tiene grandes posibilidades para conocer números, animales y estilos musicales. Muy divertido para los niños utilizado, principalmente, por lo de la música.
  • “Eres como…” de Desirée Acevedo. Este es, sin duda, el más especial (al menos para mí). Fue un regalo de una de las familias de mis alumnos y se trata de una historia en la que se van comparando “la seño” y sus alumnos con preciosas metáforas. Muy emotivo para nosotros y muy divertido para ellos.
Como vemos, he huido de los cuentos clásicos que, aunque también me parece que es interesante darlos a conocer, sí que creo que deben revisarse previamente ya que, por desgracia, muchos de ellos guardan valores anticuados que no están en consonancia con los que pretendemos enseñar en la actualidad.

En cualquier caso, mi conclusión es que casi todos los cuentos contados con interés, expresión y ganas pueden enganchar a nuestro pequeño público.

martes, 13 de agosto de 2019

ESCUELAS INFANTILES. PRIMERA PARTE.

Tal y como avanzaba en otras entradas, hoy toca hablar de las Escuelas Infantiles (guarderías común y erróneamente conocidas) y del gran olvidado Primer Ciclo de la Educación Infantil.

Como los colegios, las Escuelas Infantiles las podemos encontrar públicas (bastante escasas), concertadas y privadas. Se trata de centros que ofrecen la solución perfecta para conciliar la vida laboral y familiar. Destacan por su carácter asistencial, ya que los bebés y niños que a ellas llegan aún son dependientes y no demasiado autónomos, pero -a diferencia de las primeras que surgieron- también por su carácter educativo, puesto que en la actualidad cuentan con profesionales que no solo atienden las necesidades básicas de los niños, sino que también comienzan y fomentan, muy positivamente, los aprendizajes que luego se continúan en el colegio.

La etapa de Educación Infantil va de los 0 a los 6 años, dividiéndose en dos ciclos: el primero de 0 a 3 (no obligatorio y no gratuito, al menos hasta día de hoy) y el segundo de 3 a 6 (que coincide con la entrada en el colegio y ya sí es gratuito). Cada etapa educativa sigue unas orientaciones, unas directrices a partir de unos principios básicos, unos objetivos y unos contenidos comunes para todos los centros de una misma comunidad autónoma. Esto es lo que se conoce como “currículo”. En el caso de Andalucía -que es el que más conozco- el currículo de Educación Infantil recoge todo eso tanto para el Primer Ciclo como para el segundo. Es decir, qué es lo que debemos tener en cuenta para crear situaciones de aprendizaje que permitan a los niños alcanzar las competencias correspondientes a la etapa a nivel motriz, afectivo, intelectual y social.  Pero ¿por qué, si esto está igual de bien redactado para un ciclo que para el otro, el segundo es el que “empezamos a tomar en serio”? Pues por aquello mismo de que el Primer Ciclo no sea obligatorio ni gratuito, lo cual repercute negativamente tanto en las condiciones de sus trabajadoras (ya que son mujeres en la mayoría de los casos) como en la concepción del ciclo y de las Escuelas Infantiles que, si la situación no mejora, nunca lograrán quitarse la lacra que dejaron en ellas las “guarderías” que son las que, originariamente, se dedicaban a cuidar a los niños en ausencia de los padres sin que ningún profesional se preocupase por ello, pudiendo ser cualquiera el que desempeñase la función principal.

En la actualidad esa idea es muy diferente, a pesar de que haya gente que siga pensando lo contrario. Como decía, en el Primer Ciclo tiene mucho peso el carácter asistencial. En el colegio, aunque aún son demasiado pequeños si comparamos la edad de la entrada en él con la de otros países europeos, la autonomía del niño es principal, lo que marca la diferencia con el Primer Ciclo. Eso no quiere decir que en las Escuelas Infantiles no se enseñe: desde el inicio hacia esa autonomía que luego necesitan en el Segundo Ciclo, hasta colores, formas, vocabulario, inglés, normas y pautas de comportamiento, valores, etc. ¿No es, acaso, eso mismo lo que se enseña en el Segundo Ciclo, aunque sea en un grado o nivel más alto? ¿Por qué entonces está tan infravalorado el Primer Ciclo? Muchas veces se habla de coordinación y continuidad entre ciclos y etapas, pero creo que se les olvida que existe un importantísimo Primer Ciclo Infantil con sus respectivos profesionales. En recordar esto constantemente es en lo que tenemos que poner fuerza, para que se comience a dar el lugar que se merece en el Sistema Educativo. Algo que se completaría perfectamente si estableciesen la gratuidad en el mismo y, derivado de ello, la estabilidad laboral y los sueldos de las empleadas de dichas escuelas, probablemente, podrían mejorar.

No sé si se conoce el sueldo de un diplomado y/o técnico de Educación Infantil en una Escuela Infantil (sin mencionar siquiera el puesto de auxiliar). Es prácticamente vergonzoso lo que estipula el convenio que lo regula. Se desempeñan labores asistenciales, educativas, con gran responsabilidad y, por parte de la gran mayoría de sus profesionales, con mucho cuidado y respeto porque es una etapa en la que los niños son especialmente sensibles y de cómo los tratemos y los eduquemos dependerá su personalidad en el futuro. Sin embargo, el precio por llevar a cabo todo eso parece ser demasiado barato. Es injusto tener que buscar otros empleos con los que compaginar este por culpa de ese sueldo mísero. O que no se contemplen horas fuera de la intervención directa con los alumnos para preparar materiales, clases, tutorías, reuniones, etc. Tal y como lo puede hacer un maestro a partir del Segundo Ciclo. Es un trabajo para el que se necesita una cualificación específica con, en muchos casos, un cierto nivel de inglés, cuyo salario es menor que en otras profesiones en las que no se necesitan tantos requisitos.

domingo, 11 de agosto de 2019

¿DE DÓNDE VIENE EL NOMBRE DEL BLOG?

Con esta forma de expresar el título (“M de ma”), hago honor a las tradicionales libretas de lectura de letras y sílabas tan típicamente vinculadas a los maestros. 

Además, hay otra razón oculta que no me hace especial ilusión compartir, pero que es necesario explicar: a pesar de ser conocida por muchos como “la seño Nieves”, mi primer nombre es María y, aunque no me gustan nada los nombres compuestos y que me identifico más con el segundo que con el primero, es una manera también de hacer alusión a la persona que hay detrás del Blog, o sea, yo. 

Además de esos “ademases”, puede ser también una “muletilla” para aquellos a los que les haga falta recordar que soy MA …estra, no profesora :P

sábado, 10 de agosto de 2019

¡BIENVENIDOS!

Primera entrada del Blog… ¿qué es lo primero que se hace en estos casos? Mmm… yo creo que una presentación rápida irá bien para acercarnos un poco a la idea de lo que nos vamos a encontrar.

Soy maestra de infantil y aquí encontraremos experiencias, ideas, opiniones, recursos… 

No sé cuál será la frecuencia con la que escriba entradas, pero prometo esforzarme para no abandonarlo después de los primeros posts.

Esto va a ser, en resumen, mi Blog: “Con M de Ma…”, que espero que se vaya materializando igual de interesante que se dibuja mi mente. ¡Bienvenidos!



VOCABULARIO DE "VUELTA AL COLE"