Hace hoy justo un año celebraba, junto con mis pequeños alumnos, "mi primera Graduación". Después de un curso escolar completo, con toda clase de experiencias acumuladas, me parecía mentira estar ahí despidiéndolos y siendo el inicio, en cierta manera, de su nueva etapa en el segundo ciclo de Educación Infantil.
Emotivo, divertido, sencillo, alegre... así fue el acto. Todos se comportaron como verdaderos campeones y dieron la talla tanto adultos como niñ@s. Si la Graduación hubiera terminado ahí, me hubiera llevado un gran recuerdo de unos momentos muy especiales por ser la primera (espero que de muchas) y porque todo se desarrolló con mucha fluidez y tranquilidad.
Pero la cosa no quedó solo en el acto. En el patio, donde esperaba charlar un poco y hacerme alguna que otra foto con l@s chic@s, me habían preparado una gran sorpresa: una merienda en la que participaron todas las familias llevando dulces, salados, bebidas... lo mejor es que todos lo sabían, menos yo que no sospeché nada en ningún momento. O soy el blanco perfecto para las sorpresas o lo hicieron realmente bien. De una forma u otra, es de las cosas más bonitas que en mi vida me han regalado y creo que nunca podré expresar la enorme gratitud que en ese momento sentí, a pesar de que aquel día de mi boca no salía otra palabra más que "gracias".
A ello se sumaron las muestras de cariño y los regalos materiales que, aunque no los considero para nada necesarios ni obligatorios, siempre se agradecen.
En definitiva, fue uno de los mejores, aunque aún pocos, momentos como "seño" que recuerdo y que siempre recordaré con mucha ilusión. Algo que, además, me anima a continuar esforzándome por aquello que quiero conseguir para seguir sumando momentos tan gratificantes como aquel.
Una vez más, un año después y desde mi Blog... ¡gracias por haber hecho posible aquella maravillosa tarde!
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