martes, 13 de agosto de 2019

ESCUELAS INFANTILES. PRIMERA PARTE.

Tal y como avanzaba en otras entradas, hoy toca hablar de las Escuelas Infantiles (guarderías común y erróneamente conocidas) y del gran olvidado Primer Ciclo de la Educación Infantil.

Como los colegios, las Escuelas Infantiles las podemos encontrar públicas (bastante escasas), concertadas y privadas. Se trata de centros que ofrecen la solución perfecta para conciliar la vida laboral y familiar. Destacan por su carácter asistencial, ya que los bebés y niños que a ellas llegan aún son dependientes y no demasiado autónomos, pero -a diferencia de las primeras que surgieron- también por su carácter educativo, puesto que en la actualidad cuentan con profesionales que no solo atienden las necesidades básicas de los niños, sino que también comienzan y fomentan, muy positivamente, los aprendizajes que luego se continúan en el colegio.

La etapa de Educación Infantil va de los 0 a los 6 años, dividiéndose en dos ciclos: el primero de 0 a 3 (no obligatorio y no gratuito, al menos hasta día de hoy) y el segundo de 3 a 6 (que coincide con la entrada en el colegio y ya sí es gratuito). Cada etapa educativa sigue unas orientaciones, unas directrices a partir de unos principios básicos, unos objetivos y unos contenidos comunes para todos los centros de una misma comunidad autónoma. Esto es lo que se conoce como “currículo”. En el caso de Andalucía -que es el que más conozco- el currículo de Educación Infantil recoge todo eso tanto para el Primer Ciclo como para el segundo. Es decir, qué es lo que debemos tener en cuenta para crear situaciones de aprendizaje que permitan a los niños alcanzar las competencias correspondientes a la etapa a nivel motriz, afectivo, intelectual y social.  Pero ¿por qué, si esto está igual de bien redactado para un ciclo que para el otro, el segundo es el que “empezamos a tomar en serio”? Pues por aquello mismo de que el Primer Ciclo no sea obligatorio ni gratuito, lo cual repercute negativamente tanto en las condiciones de sus trabajadoras (ya que son mujeres en la mayoría de los casos) como en la concepción del ciclo y de las Escuelas Infantiles que, si la situación no mejora, nunca lograrán quitarse la lacra que dejaron en ellas las “guarderías” que son las que, originariamente, se dedicaban a cuidar a los niños en ausencia de los padres sin que ningún profesional se preocupase por ello, pudiendo ser cualquiera el que desempeñase la función principal.

En la actualidad esa idea es muy diferente, a pesar de que haya gente que siga pensando lo contrario. Como decía, en el Primer Ciclo tiene mucho peso el carácter asistencial. En el colegio, aunque aún son demasiado pequeños si comparamos la edad de la entrada en él con la de otros países europeos, la autonomía del niño es principal, lo que marca la diferencia con el Primer Ciclo. Eso no quiere decir que en las Escuelas Infantiles no se enseñe: desde el inicio hacia esa autonomía que luego necesitan en el Segundo Ciclo, hasta colores, formas, vocabulario, inglés, normas y pautas de comportamiento, valores, etc. ¿No es, acaso, eso mismo lo que se enseña en el Segundo Ciclo, aunque sea en un grado o nivel más alto? ¿Por qué entonces está tan infravalorado el Primer Ciclo? Muchas veces se habla de coordinación y continuidad entre ciclos y etapas, pero creo que se les olvida que existe un importantísimo Primer Ciclo Infantil con sus respectivos profesionales. En recordar esto constantemente es en lo que tenemos que poner fuerza, para que se comience a dar el lugar que se merece en el Sistema Educativo. Algo que se completaría perfectamente si estableciesen la gratuidad en el mismo y, derivado de ello, la estabilidad laboral y los sueldos de las empleadas de dichas escuelas, probablemente, podrían mejorar.

No sé si se conoce el sueldo de un diplomado y/o técnico de Educación Infantil en una Escuela Infantil (sin mencionar siquiera el puesto de auxiliar). Es prácticamente vergonzoso lo que estipula el convenio que lo regula. Se desempeñan labores asistenciales, educativas, con gran responsabilidad y, por parte de la gran mayoría de sus profesionales, con mucho cuidado y respeto porque es una etapa en la que los niños son especialmente sensibles y de cómo los tratemos y los eduquemos dependerá su personalidad en el futuro. Sin embargo, el precio por llevar a cabo todo eso parece ser demasiado barato. Es injusto tener que buscar otros empleos con los que compaginar este por culpa de ese sueldo mísero. O que no se contemplen horas fuera de la intervención directa con los alumnos para preparar materiales, clases, tutorías, reuniones, etc. Tal y como lo puede hacer un maestro a partir del Segundo Ciclo. Es un trabajo para el que se necesita una cualificación específica con, en muchos casos, un cierto nivel de inglés, cuyo salario es menor que en otras profesiones en las que no se necesitan tantos requisitos.

A día de hoy, aún no he encontrado una explicación coherente a todo esto. Por lo que iré dejando de lado mi indignación y concluyendo el post. Eso sí, no quiero tampoco dejar un “mal sabor de boca” por lo que, en la segunda parte de “Escuelas Infantiles”, prometo contar la parte bonita que, aunque parezca increíble después de leer el post, también la tiene.

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