Como los colegios, las Escuelas Infantiles las podemos
encontrar públicas (bastante escasas), concertadas y privadas. Se trata de
centros que ofrecen la solución perfecta para conciliar la vida laboral y familiar.
Destacan por su carácter asistencial, ya que los bebés y niños que a ellas
llegan aún son dependientes y no demasiado autónomos, pero -a diferencia de las
primeras que surgieron- también por su carácter educativo, puesto que en la
actualidad cuentan con profesionales que no solo atienden las necesidades
básicas de los niños, sino que también comienzan y fomentan, muy positivamente,
los aprendizajes que luego se continúan en el colegio.
La etapa de Educación Infantil va de los 0 a los 6 años,
dividiéndose en dos ciclos: el primero de 0 a 3 (no obligatorio y no gratuito,
al menos hasta día de hoy) y el segundo de 3 a 6 (que coincide con la entrada
en el colegio y ya sí es gratuito). Cada etapa educativa sigue unas orientaciones,
unas directrices a partir de unos principios básicos, unos objetivos y unos
contenidos comunes para todos los centros de una misma comunidad autónoma. Esto
es lo que se conoce como “currículo”. En el caso de Andalucía -que es el que
más conozco- el currículo de Educación Infantil recoge todo eso tanto para el Primer
Ciclo como para el segundo. Es decir, qué es lo que debemos tener en cuenta
para crear situaciones de aprendizaje que permitan a los niños alcanzar las
competencias correspondientes a la etapa a nivel motriz, afectivo, intelectual
y social. Pero ¿por qué, si esto está
igual de bien redactado para un ciclo que para el otro, el segundo es el que
“empezamos a tomar en serio”? Pues por aquello mismo de que el Primer Ciclo no
sea obligatorio ni gratuito, lo cual repercute negativamente tanto en las
condiciones de sus trabajadoras (ya que son mujeres en la mayoría de los casos)
como en la concepción del ciclo y de las Escuelas Infantiles que, si la
situación no mejora, nunca lograrán quitarse la lacra que dejaron en ellas las
“guarderías” que son las que, originariamente, se dedicaban a cuidar a los
niños en ausencia de los padres sin que ningún profesional se preocupase por
ello, pudiendo ser cualquiera el que desempeñase la función principal.
En la actualidad esa idea es muy diferente, a pesar de que
haya gente que siga pensando lo contrario. Como decía, en el Primer Ciclo tiene
mucho peso el carácter asistencial. En el colegio, aunque aún son demasiado
pequeños si comparamos la edad de la entrada en él con la de otros países
europeos, la autonomía del niño es principal, lo que marca la diferencia con el
Primer Ciclo. Eso no quiere decir que en las Escuelas Infantiles no se enseñe:
desde el inicio hacia esa autonomía que luego necesitan en el Segundo Ciclo,
hasta colores, formas, vocabulario, inglés, normas y pautas de comportamiento,
valores, etc. ¿No es, acaso, eso mismo lo que se enseña en el Segundo Ciclo,
aunque sea en un grado o nivel más alto? ¿Por qué entonces está tan
infravalorado el Primer Ciclo? Muchas veces se habla de coordinación y continuidad
entre ciclos y etapas, pero creo que se les olvida que existe un importantísimo
Primer Ciclo Infantil con sus respectivos profesionales. En recordar esto constantemente
es en lo que tenemos que poner fuerza, para que se comience a dar el lugar que
se merece en el Sistema Educativo. Algo que se completaría perfectamente si estableciesen
la gratuidad en el mismo y, derivado de ello, la estabilidad laboral y los
sueldos de las empleadas de dichas escuelas, probablemente, podrían mejorar.
No sé si se conoce el sueldo de un diplomado y/o técnico de
Educación Infantil en una Escuela Infantil (sin mencionar siquiera el puesto de
auxiliar). Es prácticamente vergonzoso lo que estipula el convenio que lo
regula. Se desempeñan labores asistenciales, educativas, con gran
responsabilidad y, por parte de la gran mayoría de sus profesionales, con mucho
cuidado y respeto porque es una etapa en la que los niños son especialmente
sensibles y de cómo los tratemos y los eduquemos dependerá su personalidad en
el futuro. Sin embargo, el precio por llevar a cabo todo eso parece ser
demasiado barato. Es injusto tener que buscar otros empleos con los que
compaginar este por culpa de ese sueldo mísero. O que no se contemplen horas fuera
de la intervención directa con los alumnos para preparar materiales, clases, tutorías,
reuniones, etc. Tal y como lo puede hacer un maestro a partir del Segundo Ciclo.
Es un trabajo para el que se necesita una cualificación específica con, en
muchos casos, un cierto nivel de inglés, cuyo salario es menor que en otras profesiones en las que no se necesitan tantos requisitos.
A día de hoy, aún no he encontrado una explicación coherente a todo esto. Por lo que iré dejando de lado mi indignación y concluyendo el post. Eso sí, no quiero tampoco dejar un “mal sabor de boca” por lo que, en la segunda parte de “Escuelas Infantiles”, prometo contar la parte bonita que, aunque parezca increíble después de leer el post, también la tiene.
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